La transformación de un almacén de barrio en un establecimiento elaborador de productos alimenticios que ha trascendido los limites locales, es un hecho poco frecuente. Es por eso que conviene aclarar que este proceso de transformación está avalado por una historia de trabajo, perseverancia y fe en el futuro que arranca en el ya lejano 20 de mayo de 1899, cuando don Joaquin Cutchet, a los pocos años de arribar de su natal San Andrés de Palomar de Barcelona (España), iniciaba su labor con un modesto almacén minorista. El mismo estaba ubicado en la intersección de las calles 9 de Julio y Rosario (actual Lisandro de la Torre) de la ciudad de Santa Fe, donde tras el largo mostrador había algo más que un comerciante. Amistad, cordialidad y rectitud de procederes, fueron mentando el prestigio de don Joaquin y así fue aumentando su legión de clientes que más que eso eran sus amigos.
1918 es el año en que, la constante evolución del negocio obliga a su propietario a trasladarlo a la calle Belgrano N° 99 (actualmente N° 3300), y algún tiempo después a transformarlo en almacén al por mayor, que muy pronto alcanzó prestigio en todo el territorio de la provincia.
Consecuentemente con esta transformación, se opera el cambio institucional al crearse la firma Joaquin Cutchet e Hijos, y se incorpora a la actividad la fabricación y/o envasamiento de un importante número de productos alimenticios, entre los que se destacan los alimentos a base de cacao: El Quilla y Arco Vespasiano.
El año 1954 marca otro jalón ya que el crecimiento empresarial es acompañado por la expansión física. Es así que se termina la construcción de un nuevo edificio en el que con mayores comodidades se estructura definitivamente la fábrica de cacao en polvo dejando atrás el almacén al por mayor.
Es de destacar que todas las maquinarias utilizadas en el proceso de elaboración fueron diseñadas y construidas en los propios talleres de la empresa por Juan Salvador Joaquín Cutchet, hijo del fundador, y cuya originalidad y características técnicas las hacían sumamente productivas.
En la década del 80, estando ya al frente los nietos del fundador, se incorporan maquinarias totalmente automáticas para el envasado, dejando de lado la confección manual de paquetes. También se adquiere la primera computadora para el departamento Administrativo-Contable, con lo que se logra agilidad y eficiencia en la atención de clientes.
En 1991 se adquiere el local de Necochea 2840 y en 1992 otra propiedad lindante con la anterior sobre calle Sarmiento, totalizando una superficie de 4000 m2.. Dado el incremento de la producción se comienza con el anteproyecto para la construcción de una planta totalmente nueva en este terreno, con mayores comodidades para el movimiento de la mercadería.
En 1995, en talleres y con técnicos locales, se construye un molino y mezcladora totalmente automatizadas, lo que permite ampliar la producción considerablemente.
En 1996 se importa desde Barcelona, una controladora de peso, el cual es interconectado con la envasadora, lo que garantiza la precisión en el peso de cada uno de los paquetes. Más tarde, en el mismo año, se incorpora una cerradora de cajas de corrugado, lo que agiliza aún más la tarea de envasado.
En la actualidad se está finalizando con la construcción de la nueva planta, disponiendo en ella de espacio para la administración, producción y venta de productos, y contándose con capacidad para duplicar la producción.
Paralelamente a este desarrollo, y debido a la globalización de la economía, se han buscado nuevos mercados, tanto para la compra de materias primas como para la venta de nuestros productos.
A su vez, la empresa ha diversificado su producción para la incursión en diferentes nichos de mercado, especializándose en productos tales como la marca Fundación Favaloro o las marcas de terceros envasadas en nuestra planta.